En esta comunicación se pretende destacar, en una línea de recuperación de la originalidad que la figura del Brocense supone para la tradición gramatical de raigambre hispana, lo bien que resiste a la actualidad la concepción modal de Francisco Sánchez de las Brozas. Tan es así que por su interpretación del modo fue una isla de novedad entre sus contemporáneos (no sólo los españoles) y, asimismo, en todo el devenir histórico, jugando, en este como en otros aspectos, a ser la contra en una corriente muy afincada hasta bien entrado el siglo XX en otros presupuestos.
Mientras en la lingüística contemporánea (sin distinción de escuelas, autores o nacionalidades) es tan habitual desembarazar al modo del ámbito verbal para ir a enmarcarlo en categorías semántico-pragmáticas más amplias (la modalidad), alzar una voz que pusiese a andar los preliminares de tales asertos en el siglo XVI resultaba, muy al contrario, toda una valerosa proeza y un hallazgo insólito.
Es así como el Brocense vino a protagonizar una renovación de las concepciones modales de su época (muy apegadas a las taxonomías gramaticales del clasicismo greco-latino) y de la corriente general del pensamiento lingüístico occidental, simplemente por una estricta y no delegada observación de los hechos a los que sometió a consideración. Es, de añadidura, esta, tan costosa en términos de atención de los coetáneos, renovación la que lo ha emparentado con los impulsos más recientes de la Lingüística.
Sobre estos particulares de renovación, inhabitualidad y contemporaneidad (general a la doctrina del cacereño) de la percepción del modo del Brocense versará nuestra aportación al Congreso.
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